Ensayo:
La educación desde la comunicación.

 Escuela X tercer grado.
 Dicha escuela se caracteriza por la diversidad cultural de su población educativa, ya que allí asisten chicos de nacionalidades diversas.
 En una clase en particular la maestra abordó el tema del circuito productivo basándose en lo que hacen cotidianamente los niños, ya que ellos junto a sus padres trabajan en las quintas de la zona; en ese momento, una niña hizo referencia a una fruta que la maestra desconocía, pues es característica de Bolivia. La docente dio lugar a expresar sus conocimientos sobre el tema pues reconoció la superioridad en saberes. Aquí se pone de manifiesto el uso de la palabra generadora, éste docente induce a los alumnos a que pongan de manifiesto su herencia cultural y las enlaza con conocimientos previstos en la unidad, pero no los deja de lado, no los calla, no los silencia ni los anula, da lugar a que cada niño se exprese libremente. La incita a que pase y les cuente a los que no saben cómo es ese fruto, donde se cosecha, que color tiene.
 Partiendo de este ejemplo podemos darnos cuenta la importancia que tiene el bagaje que cada niño trae consigo, debemos permitir que se expresen, como así también respetar el silencio, ese silencio que no es vacío, ese silencio que nos da la posibilidad de conocer a los demás. Cada uno de estos términos hace alusión a la palabra, y la palabra es el medio de poder conocernos, de poder escucharnos.
El lenguaje es la articulación de la palabra y la palabra nos permite dejar el lugar de dominado pero para ello se requiere de la acción, que nos llevará a ser actores en la construcción de nuestro propio mundo, nos permitirá el cambio, tanto en nosotros como en los demás. El silencio negativo deriva de opresiones generacionales, donde callar era salvar la vida, era no dar testimonio, era no transgredir, era ser obediente, sumiso, desvalorizado, alienado, desposeído, pero también existe un silencio positivo, el de aquel que elige callar, porque prefiere escuchar para conocer, porque respeta la palabra del otro pero no le teme, pero no porque se siente oprimido, ni negado ni inferior, sino, porque es su elección.
 El silencio negativo es la “no conquista” de nuestro crecimiento, de nuestra palabra, es la dominación de los hombres sobre los hombres; hace que no podamos sentirnos dueños de nosotros mismos, de nuestros pensamientos lo que conlleva a que seamos extranjeros de lo que en realidad es nuestro.
 Este silencio negativo es visible en la escuela, donde no se es dueño de la palabra, donde se produce y reproduce el discurso dominante de la mayoría, trasmitiendo su ideología, sus mitos y prejuicios. Crea seres que solo piensan que su fin es adaptarse a esta sociedad, es como una gran ola que arrasa con todo lo que se le presente, no distingue clase social, genero, origen cultural; lo único que logra es “domesticar” y darle lugar al pensamiento y palabra hueca que carece de significado y poder crítico. Crea seres que viven en una sociedad de “ficción” fomentada por alguien más que pretende moldearnos a su gusto. Tal como lo sucedido en la historia de América Latina, la “conquista”, ”enculturación” de la minoría, dejando de lado lo propio de la mayoría, su cultura, su poder de decisión, su propia palabra. Los atraparon en una historia donde se habla solo de próceres, pero, ¿el pueblo?; al pueblo, sólo se les dio el derecho al silencio negativo, se los moldeo al gusto de los opresores; pasaron a ser extranjeros, debían desprenderse de su lenguaje. Jamás se observó por parte del opresor un silencio positivo donde hay comunicación, donde los interlocutores tienen el respeto por escuchar a otros y darle el lugar de expresarse, conocerse, es decir, dialogar y poder encontrarse con el otro que tiene su forma distinta de abordar cada situación. Es una forma de decodificar al mundo, ya que si no se escucha, si no se da el lugar a los otros de expresarse, nunca se podrá alcanzar una recodificación.
 “No existe comunicación directa, inmediata, toda comunicación exige el arrancarse al goce directo, primario, elemental, impone una distancia..”. La comunicación es la mediación entre dos sujetos y si se lo caracteriza como mediación es tomarlo como hechos de signos y símbolos, el símbolo es lo que hace a los hombres que hablen y además es la puerta de acceso a las cosas, esas cosas que nos hacen pensar, es decir, el símbolo nos obliga a pensar si o si.
 El lenguaje es una mediación simbólica, es una expresión que hace poder entender el significado, como vive el hombre con la palabra, ya que la expresión existe en la palabra. …“No tiene lugar entre el pensamiento y el lenguaje sino entre la palabra pensante y el pensamiento hablante. La clave de la expresión reside entonces en decir cosas nuevas con palabras gastadas, ya viejas, en utilizar esos instrumentos ya hablantes y hacerles decir algo que no han dicho jamás. El milagro de la expresión es la posibilidad de una palabra inédita..." (Barbero), no el hablar desde palabras ya existentes.
 La forma que tenemos como sujetos de ingresar al mundo es a través de la palabra, que como lo dicho anteriormente es nuestra forma de expresarnos, que debe ser a través de lo nuevo, de lo no dicho todavía hasta ahora. Y cuando nos apropiamos de la palabra, solo lo podemos hacer si dejamos de lado el discurso cargado de temores; esos temores a lo nuevo, lo diferente, a pasar a ser extranjeros, al cambio, y cuando le damos el lugar a ese temor, pasamos a ser analfabetos, y esto no quiere decir alguien que no sabe leer ni escribir, sino alguien incapacitado de decir su propia palabra, y si se toma esta definición de analfabetismo, la responsabilidad escolar será el devolver a los sujetos lo que les es propios, es decir, su palabra, sus decisiones. El analfabetismo lo que hace es excluir a la mayoría, los deja al margen y fomenta hombres mudos, personas sin un pensamiento critico. Para modificar esta situación es necesario de la palabra generadora, ya que ésta permite terminar con pensamientos erróneos que posee el sujeto creados por la mayoría dominante, permite dar lugar a la reflexión, permite la creación de interrogantes en cada sujeto y ya no solo ver las cosas como son, sino preguntarse por qué son así y esto conlleva a accionar sobre el mundo. La palabra generadora es la puerta de los sujetos para expresar su historia, sus pensamientos y así pasar a ser seres alfabetizados actores y dueños de su palabra, no es un repetidor de palabras ajenas, que suenan huecas. Es capaz de apreciar su cultura y observarla desde una postura crítica que permite el accionar sobre ella y recrearla, esto es la forma que tenemos los alfabetizados de luchar para hacernos escuchar y reconocer.
 La palabra es nuestra arma de lucha que nos llevará a la liberación de todo lo que nos oprime y que nos permitirá ser seres alfabetizados dueños de palabras inéditas y creadoras.
Por eso apostamos desde aquí, que…” poseer la palabra es poseer el mundo…” (Bello y
Holzwarth)

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